Este domingo 13 de noviembre se llevará a cabo, por sexto año consecutivo, la Jornada Mundial de los Pobres, bajo el lema “Jesucristo se hizo pobre por ustedes”. El documento que nos ofrece el Papa Francisco en esta oportunidad lleva por título una frase del apóstol San Pablo, dirigida a los primeros cristianos de Corinto (2 Co 8,9), para dar fundamento a su compromiso solidario con los hermanos necesitados.
La Jornada Mundial de los Pobres, afirma el Papa, “se presenta también este año como una sana provocación para ayudarnos a reflexionar sobre nuestro estilo de vida y sobre tantas pobrezas del momento presente”.
Tenemos un compromiso con los más pobres
La realidad de la pobreza en nuestro país es el resultado de una triste sucesión de desaciertos y negligencias en la implementación de políticas gubernamentales, económicas, sociales y sanitarias que, desde hace más de una década, han colocado a gran parte de la población a subsistir bajo la línea de pobreza. Estamos hablando de un problema estructural, que se viene arrastrando desde hace mucho tiempo, colocando en altísimo riesgo tanto a la actual como a futuras generaciones.
Con esta Jornada, el Papa nos pide fijar la mirada en las personas y no solamente en las estadísticas (aunque los números por sí solos deberían escandalizarnos y conmovernos). Al pensar y hablar de pobreza hay que poner el foco en la vida; en la vida de cientos de miles de personas que tienen historias y sueños, afectos y familia, nombre y apellido, que viven y anhelan como cada uno de nosotros. Pensar una realidad ante la cual nadie puede permanecer indiferente y nos exige deponer intereses particulares y mezquindades.
En esta Jornada Mundial de los Pobres, desde Cáritas hacemos un llamado a todos los actores sociales a asumir responsablemente el problema y adoptar las decisiones necesarias para dar respuesta a las urgencias de tantos hermanos y hermanas nuestras.
El Papa nos recuerda que “frente a los pobres no se hace retórica, sino que se ponen manos a la obra y se practica la fe involucrándose directamente, sin delegar en nadie”. La pobreza debería ser hoy una de las cuestiones prioritarias e impostergables en la agenda social y política de quienes tienen responsabilidades en la vida de nuestro país.
Hacemos un llamado a transitar nuevos caminos que puedan ir, como dice Francisco, más allá de ciertas medidas “concebidas como una política hacia los pobres, pero nunca con los pobres”. Ellas y ellos necesitan de toda la sociedad, pero tienen también mucho para aportar al conjunto “en un proyecto que reunifique a nuestra sociedad”.
Unidad social y pobreza son dos dimensiones que no se deben separar. Porque la pobreza genera exclusión, marginación, deja personas afuera, desintegrando de hecho y de derecho el tejido social. La exclusión cercena posibilidades de participar y aportar al bien común. No puede haber unidad cuando hay exclusión.
Por eso, el Papa define a la solidaridad como “compartir” aclarando que “no se trata de un comportamiento asistencialista sino de hacer “un esfuerzo para que a nadie le falte lo necesario”. Este es, en definitiva, el camino para crecer como comunidad en amistad social.
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